En el Parlamento Europeo se apuesta vivamente para el almacenamiento de la energía por las baterías de hidrógeno, así como las domésticas y las que se utilizan para los vehículos eléctricos. Consideran que son fundamentales para no comprometer la provisión y suministro, debido a la gran variabilidad de producción que atañe a la energía eólica y solar. Piensan también que es muy importante continuar investigando sobre la optimización máxima del hidrógeno y de las baterías.
Debido al incremento constante en el uso de energía procedente de fuentes renovables, se proponen nuevas formas de almacenamiento por convertirse ya en necesarias, razón por la cual proponen el uso de las baterías de hidrógeno o de las domésticas. Esto fue aprobado recientemente en el parlamento por clara mayoría, ya que necesitan alcanzar los objetivos marcados en el Acuerdo de París sobre el cambio climático.
Desde la Eurocámara han solicitado a la Comisión Europea y a todos los estados miembros que anulen las barreras regulatorias que dificultan el desarrollo de los diversos proyectos de almacenamiento energético, como son por ejemplo la doble imposición o las deficiencias que aparecen en los códigos de red. Se insta también a la mejora de los criterios de elección de proyectos que buscan lograr un mejor almacenamiento de la energía, destacando especialmente el gran potencial del hidrógeno generado a partir de fuentes renovables (o hidrógeno verde), pidiendo a la Comisión Europea que siga apoyando las investigaciones y los desarrollos que tengan como objetivo ampliar su uso.
Estas medidas podrían reducir considerablemente el precio del hidrógeno verde, haciendo así que resulte viable económicamente, debiéndose valorar por otro lado si se pueden adaptar las infraestructuras de gas para poderlo transportar con garantías, pues el uso del gas natural debe reducirse progresivamente.
Además del uso de las baterías, proponen también el almacenamiento térmico o la acumulación mecánica; así como el desarrollo del almacenamiento descentralizado mediante baterías domésticas, el almacenamiento de calor en los hogares, la tecnología del vehículo a la red (V2G) y los sistemas de gestión energética doméstica inteligentes.
La Comisión Europea prevé que se necesitará multiplicar hasta por seis la actual capacidad de almacenamiento de energía, pues de no hacerlo será casi imposible poder lograr el objetivo de cero emisiones de gases de efecto invernadero.
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